50 años de una gran aventura musical:
ARRASATE MUSICAL (Parte 3/3)
Cada fin de curso, los alumnos de Arrasate Musical hacíamos un concierto. Esta era la recompensa a los esfuerzos que tenían lugar a lo largo del año. Hacíamos tanto actuaciones en solitario, como dúos, tríos, cuartetos y pequeñas agrupaciones de cámara. Recuerdo haber protagonizado un “Claro de luna” de Beethoven con un arreglo hecho por mi padre para 3 pianos y 4 pianistas.
Con la orquesta, ensayábamos viernes y sábados; cuando había compromisos importantes, también en domingo. Con las edades que teníamos, entre los 15 y 25 años, esta convivencia permitió incrementar los lazos de amistad entre los componentes. Pasábamos tanto tiempo juntos… En aquellos primeros años, había una enorme dificultad a la hora de conseguir materiales para una orquesta de esas características. Aquí he de hablar de la figura de mi padre y de su excepcional capacidad musical para hacer todo tipo de arreglos, que adecuaba al perfil de la orquesta. A medida que íbamos superando la técnica instrumental, conseguíamos asumir versiones originales.
De todo aquél repertorio, puedo destacar:
- Schumann: Álbum de la juventud Op. 68, de la que interpretamos varias piezas arregladas para nuestra orquesta
- Liszt: Sueño de amor
- Grieg: numerosas piezas de piano (arregladas por él)
- Melodías populares rusas, cuya orquestación fue realizada íntegramente por él así como de un ciclo de Canciones Napolitanas.
- Preludios vascos para piano de Aita Donosti.
- El lago de los cisnes de Tchaikovski.
- Danzas del Príncipe Igor de Borodin, Ruslan y Ludmila de Glinka y Gayaneh (danza del sable) de Katchaturian
- Después vinieron las sinfonías de Haydn números 15,45,63; las últimas “London” (nº 100), miitar (101), el reloj (102 ) así como la 103 y 104.
- Sinfonías incompleta, nº 4 y 5 de Schubert
- Sinfonía nº 1 y obertura Coriolano de Beethoven.
- Los maestros cantores de Nurenberg de Wagner
- Finlandia de Sibelius
- Rosamunda de Schubert
- Valses de Strauss
- L’Arlesienne, suites nº 1 y 2 de Bizet
- Varias zarzuelas.
- Sinfonia nº 5 de Dvorak.
- Conciertos para piano y orquesta de Mozart , de Grieg, de Rachmaninoff
- Romanza en Fa para violín y orquesta de Beethoven y Concierto en sol mayor para violín y orquesta de Rieding
- 2 conciertos para arpa y orquesta, acompañando a Nicanor Zabaleta: en do mayor de Vivaldi-Bach y en sib mayor de Haendel.
- Concierto para violonchelo y orquesta de Saint-Säens y de Bach para trombón y orquesta.
- Concierto para acordeón y orquesta de Curt Mahr.
- Misas de Requiem de Fauré y de Mozart así como Misa de coronación de Mozart
- Txanton Piperri, de B. Zapirain (orquestación J. Arzamendi)
- Gloria de Vivaldi
- Misa en sol de Schubert
- Misa Choralis de Reficce (orquestación J. Arzamendi)
- Numerosas obras escritas por mi propio padre: Udalamendi, Ohiuska, Gogorapen, Himno Arrasate Musical
- Finalmente, también un par de piezas mías para orquesta: Ibaia y Lanbroa
Debo insistir en que para mí, como compositora y desde mi experiencia actual, lo más destacable de esos comienzos era la capacidad que tenía mi padre de arreglar la música para facilitarnos la interpretación; era capaz de escribir y adecuar una obra dependiendo de la calidad técnica de los músicos que tenía en ese momento; si no le funcionaba lo cambiaba de un día para otro, aunque tuviera que quedarse para ello prácticamente sin dormir. Nos hacía, musicalmente hablando, “trajes a medida “
Nunca le valoraremos lo suficiente esta capacidad musical nada frecuente que yo definiría como excepcional. Eso nos permitió disfrutar de la música orquestal desde un nivel musical muy precoz.
Voy a contar una anécdota personal. Estudiando mis últimos cursos de violín en el Conservatorio de Madrid con Pedro León como profesor (1985), tenía que preparar el concierto para violín y orquesta de Mozart nº 1 en si b mayor. Tenía la partitura que había conseguido en alguna de las tiendas de partituras que había en la ciudad. Entonces nos teníamos que conformar con lo que conseguíamos en las tiendas. Por supuesto resultaba impensable la facilidad actual, gracias a internet, para conseguir todo tipo de edición y versión editorial.
No me gustaba la cadencia que venía en esa edición y me encantaba la que tenía en un disco de vinilo interpretado por Itzhak Perlman. Cómo hacerlo!!!!. Se lo comenté a mi padre quien, en un momentito, cogió el disco, papel y lápiz y transcribió la cadencia que escuchó de aquel concierto. Os podéis imaginar la cara de sorpresa y asombro de mi profesor cuando me presenté con aquel manuscrito y le relaté el episodio de cómo lo conseguí…
Así nací y crecí en la música. En ARRASATE MUSICAL, un lugar por el que hemos pasado cientos de músicos; algunos nos hemos dedicado profesionalmente a ella, otros no. Algunos alumnos acudían, en los primeros años, de poblaciones cercanas: Bergara, Oñati, Legazpi, Vitoria. Para muchos, Arrasate Musical era el lugar más cercano donde poder estudiar ese instrumento o con ese profesor. Muchos profesionales – en ocasiones de manera desconocida para mí- me han comentado-muchos años después- que pasaron algún año por nuestra academia. Otros, sin embargo, que sí me consta que se formaron allí, evitan citar estos orígenes. Yo, por todo lo relatado, me siento muy orgullosa y privilegiada de estos comienzos que para mi formación resultaron determinantes. Estoy segura que también para muchos que, tras pasar por Arrasate Musical, no se han dedicado profesionalmente a la música esta experiencia les ha enriquecido humanamente, les ha dejado una especial relación con la música y un grato recuerdo para siempre.
Tras ganar el premio nobel de Medicina, Thomas C. Südhof explicó en varias entrevistas cómo lograba ser tan productivo en su trabajo.
Una de las primeras razones que mencionaba el científico era el hecho de su afición a la música y el hecho de haber estudiado un instrumento: el fagot.
Para Südhof, la música tuvo un papel decisivo en su desarrollo como científico y como persona. Estaba convencido de que era una de las claves del éxito en su carrera. La explicación que da Südhof a este fenómeno es que solo para adquirir un nivel medio como instrumentista, es necesario estudiar y practicar muy duro, repetir los ejercicios una y otra vez, sin descanso. Constantemente se hacen y se deshacen cosas. Este lento proceso es el único camino para llegar a ser alguien en la música. Poco a poco, es un enfoque que pasa a formar parte de tu personalidad: adquirir conocimiento que luego hay que ser capaz de utilizar.
© Bei